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Foto del escritorCláudio Giordano

Leyenda de la vid y el vino


Existen muchas versiones y leyendas sobre el origen de la vid y el vino. Entre ellas, se puede leer con agrado la de Maurice des Ombiaux, que se encuentra en el hermoso álbum Ivresse (1985) ilustrado por Hans Erni y del que damos a continuación una traducción. Mencioné "hermoso álbum"; de hecho, además, BVReppucci cuenta con un ejemplar efectivamente monumental de formato 54 x 38 cm, impreso en papel de alta calidad (velin d'arches), con 60 litografías en color, cuadernos sueltos colocados en una carpeta y un estuche de tela super reforzado .



La leyenda



Dioniso, a quien los latinos llamaron Baco se fue, siendo niño, a la tierra de los Helenos, en busca de la isla de Naxos. Siendo largo el viaje, el joven dios, cansado, se sentó en una roca a descansar, cuando vio a sus pies un pequeño puñado de hierba brotando de la tierra. Lo encontró tan elegante que pronto pensó en cosecharlo para replantarlo en su casa. Lo levantó del suelo y lo acurrucó en sus manos. Sin embargo, hacía mucho calor y temía que el sol lo secara antes de su llegada a la casa. Mirando a su alrededor, sus ojos vieron un hueso de pajarito, y entonces colocó la plantita en el hueco. Continuó su camino. Pero la vid creció tan rápido en la mano del niño que pronto rebalsó del hueso del pajarito. Al percibir el joven dios un hueso de león, mucho más grande que el hueso de un pajarito, lo introdujo en él con planta y todo. La planta, sin embargo, continuó creciendo y expandiéndose también fuera del hueso del león. Encontrándose más adelante con un hueso de burro aún más grande que el del león, Dionisio insertó en él el hueso de león con el hueso del pajarito y la maravillosa planta.


Finalmente, el dios llegó a la isla de Naxos. Cuando quiso trasplantar la vid en su jardín, descubrió que las raíces estaban tan enredadas en los huesos del pajarito, del leon y del burro que era imposible liberarlas. Sabiendo lo que estaba haciendo, por el hecho de ser un dios, plantó el arbusto como estaba.



La vid creció rápidamente y, para asombro de Dionísio, se cargó de racimos de colores de ámbar y púrpura -el color del sol y la sangre- que él exprimió, produciendo el primer vino, que dio a beber a los seres humanos.


Aquí, entonces, Dioniso vio un prodigio: cuando los hombres empezaron a beber, se pusieron a cantar como pajaritos; bebiendo un poco más, se volvieron violentos como leones y, al seguir bebiendo, se volvieron idiotas como burros.


Es de suma importancia tener presente esta enseñanza de la sabiduría antigua.



Traducción de Roberto Vallasciani.






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