Por razones que no debo declinar, la mañana había sido gratificante y, por la tarde, para distraerme, miré los estantes y por casualidad recogí un folleto olvidado. Me senté en la sala y lo hojeé: era la reimpresión de 1984 de la reimpresión facsímil de 1890 de:
Roti-Cochon ou Méthode très-facile pour bien apprendre les enfants a lire en latin & françois, par des inscriptions moralement expliquées de plusieurs representations figurées de différentes choses de leurs connoissances; très-utile, & même nécessaire, tant pour la vie & le salut, que pour la gloire de Dieu.
(Cerdo asado o Método muy fácil para enseñar a los niños a leer bien latín y francés, a través de varios dibujos de diferentes cosas que saben; muy útiles y hasta necesarias tanto para la vida y la salud como para la gloria de Dios).
Luego leí con más atención la Introducción de George Vicaire (1853-1921), bibliófilo y bibliógrafo, autor, entre otras obras, de la conocida Bibliographie Gastronomique. Escribe Vicario:
“La casualidad nos hizo descubrir el curioso librito que hoy hemos reeditado en facsímil. Se encuentra en el Arsenal, salido de las imprentas de Dijon a finales del siglo XVII, y de tal rareza que ha escapado hasta hoy [1890] de las investigaciones de los bibliógrafos; Creemos que no vamos más allá de los límites de la suposición, al afirmar que es el único ejemplar sobreviviente.”
¿Cerdo asado para enseñar a los niños a leer latín y francés? pregunta Vicario. Y allí, a su manera y muy acertadamente, muestra que el autor anónimo hizo uso, avant la lettre, del método de Paulo Freire, es decir, usó como herramienta palabras e imágenes de la vida cotidiana de los niños. “Es sorprendente, dice, que un autor borgoñón buscara sensibilizar la imaginación de sus jóvenes compatriotas a través de ejemplos tomados del vocabulario de los manjares y apetecibles ilustraciones, dirigiéndose a estómagos pequeños siempre dispuestos a tragar craquelins (manjares), oublies, sucrées (azúcar conos), gauffres fretillantes (peines) y cornus bugnets. Roast Pork es un pequeño tratado con una concepción muy primitiva pero ciertamente muy original; y nuestro autor parece haber tenido un conocimiento tan preciso de la naturaleza humana que, para atraer y mantener la atención de los clientes jóvenes, se aprovechó de una tendencia inherente a la infancia... interesar a bibliófilos e investigadores, y si no tiene valor literario, no se le puede negar el mérito de la rareza y la curiosidad.”
Es una pena que en este breve espacio no pueda reproducir toda la exposición del erudito francés... Luego de recorrer sus 16 páginas, procedí a una sabrosa lectura de la cadena toscamente ilustrada, y ahí vino la sorpresa que me hizo sonríe con satisfacción y que dio origen a este informe bibliográfico. Este es el contenido de la página 9:
Uva semper fuit sacrata Deo.
La uva siempre ha sido consagrada a Dios.
Las UVAS blancas y negras sirven para hacer buen Vino, que se necesita en los Altares; alegra el corazón del Hombre, da Leche a los Ancianos, Néctar en las comidas, y produce sangre saludable cuando se toma apropiadamente; pero lo estropea todo cuando se bebe demasiado.
¡Media docena de líneas que resumen a la perfección lo que es el vino!
La uva también se menciona en la página 28; pero en el 29 se cita, de forma un tanto mutilada, un conocido verso extraído del notable poema de Ovidio Remedia Amoris (Remedios del amor): Memora perquoquit uvas - El tiempo lo ablanda todo.
El verso original completo y correcto es: Nam mora dat vires, teneras mora percoquit uvas, cuya traducción literal es: Porque el tiempo fortalece, el tiempo madura las tiernas uvas. El amplio alcance de la frase también lo sugiere el “cordel” del que hablamos: el tiempo lo resuelve todo. Debajo de la ilustración de la página 29 se encuentra este comentario: “El que se mantiene sabiamente ocupado no pierde el tiempo. Hijos que cumplen bien con sus deberes, suban al carro para ir con su Padre o Madre a recoger la mies.”
La inmensa satisfacción de “descubrir” la pertinencia de este sencillo librito para formar parte de la colección BVReppucci selló el día cuya mañana había sido de buena y dulce alegría.
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